El concepto de Constitución es fundamental en cualquier sistema jurídico, pero su significado va más allá de ser un simple documento normativo. En su obra ¿Qué es una Constitución?, publicada en 1862, Ferdinand Lassalle plantea una perspectiva realista sobre el poder y la estructura constitucional de los Estados.
A pesar de haber sido escrito hace más de 150 años, este libro sigue siendo un referente imprescindible para comprender cómo se configuran las Constituciones y quiénes ejercen realmente el poder en una nación. En este artículo, analizaré sus ideas principales y reflexionaré sobre su aplicación en el México contemporáneo, donde las reformas constitucionales han tomado un ritmo acelerado y generan un debate sobre la estabilidad de nuestra Carta Magna.
Lassalle parte de una pregunta sencilla, pero profunda: ¿qué es una Constitución?. Para responderla, plantea dos formas de entenderla:
Como un documento escrito, donde se establece la estructura del poder y los derechos fundamentales.
Como la expresión de los factores reales de poder, es decir, los grupos que efectivamente influyen en la toma de decisiones dentro de un Estado.
Desde su perspectiva, una Constitución no es solo un texto normativo, sino un acuerdo entre los grupos con mayor poder político, económico y social. Lassalle sostiene que si un grupo con poder no está representado en la Constitución, tarde o temprano encontrará la manera de modificarla o actuar al margen de ella.
En este sentido, el autor menciona que dentro de la Constitución deben estar reflejados:
Los políticos, porque tienen el poder suficiente para modificar la Carta Magna.
Los grupos económicos, porque pueden presionar con su influencia financiera.
Los militares, porque representan un factor de estabilidad o de ruptura en el sistema.
Los trabajadores, porque si son ignorados, su descontento puede provocar crisis sociales.
Este enfoque rompe con la idea romántica de que la Constitución es simplemente la expresión de la voluntad del pueblo. Para Lassalle, el poder no es abstracto, sino que está distribuido entre grupos organizados que constantemente buscan aumentar su influencia.
Otro concepto clave que Lassalle desarrolla en su obra es el de las constituciones falsas o de fachada. Explica que en muchos Estados existen textos constitucionales que, en la práctica, no reflejan el verdadero equilibrio de poder. En estos casos, la Constitución se convierte en un instrumento de legitimación para quienes ya ejercen el control político, sin que realmente establezca un equilibrio de poder o garantice derechos efectivos para los ciudadanos.
Esto ocurre cuando:
Las normas constitucionales son ignoradas en la práctica.
Se crean reformas que solo benefician a ciertos grupos de poder.
El acceso a la justicia constitucional es limitado o ineficaz.
Al trasladar las ideas de Lassalle al contexto actual, encontramos similitudes inquietantes con lo que sucede en México. Nuestra Constitución ha sido modificada más de 900 veces desde su promulgación en 1917, lo que plantea una pregunta fundamental: ¿Debe una Constitución cambiarse con tanta facilidad?
Recientemente, el 22 de octubre, se presentó una reforma constitucional que, en cuestión de días, ya había avanzado más de la mitad del proceso sin una discusión pública amplia. Esta rapidez genera serias preocupaciones sobre la estabilidad y legitimidad de nuestra Carta Magna. Si una Constitución puede modificarse con tanta facilidad, deja de ser un documento estable y se convierte en una herramienta del poder político de turno. Como Lassalle advirtió, cuando una Constitución no refleja un verdadero consenso entre los factores de poder, se vuelve frágil y susceptible a cambios arbitrarios.
Un aspecto fundamental de cualquier Constitución es su rigidez, es decir, el nivel de dificultad para reformarla. En teoría, la Constitución mexicana establece un procedimiento riguroso para modificarla, pero en la práctica, los equilibrios políticos actuales han facilitado cambios exprés sin el debate necesario.
Es momento de preguntarnos: ¿Debe haber un mayor control sobre las reformas constitucionales? ¿Es conveniente establecer mecanismos que garanticen una deliberación más amplia antes de modificar la Constitución? ¿Existe una verdadera necesidad de cambiar la Constitución de manera acelerada o es solo una estrategia política? La Constitución no debería ser un documento que se modifique según conveniencias políticas inmediatas, sino una base estable para la organización del Estado y la protección de los derechos de los ciudadanos.
La lectura de ¿Qué es una Constitución? de Ferdinand Lassalle es indispensable para comprender cómo el poder y la política influyen en la estructura constitucional de un país. Sus ideas siguen vigentes en el México actual, donde los constantes cambios a nuestra Carta Magna plantean el riesgo de debilitarla en lugar de fortalecerla.
Recomiendo este libro a cualquier persona interesada en el derecho constitucional y la política. Es una obra breve, pero profunda, que nos ayuda a cuestionar si nuestras Constituciones realmente reflejan la estructura de poder o si son solo documentos de fachada.
¿Qué opinas sobre las constantes reformas constitucionales en México? ¿Crees que deberían existir más restricciones para modificarlas? Te leo en los comentarios del video que hice al respecto, que se encuentra abajo.